Después de varias horas de retraso en el vuelo y de una larga travesía para dejar parte de mi equipaje en casa de Poesía en Aranjuez, París me recibió con los brazos abiertos... y -1° de temperatura. Sin embargo, el reencontrarme con Cata Duque después de tanto tiempo fue una muestra más de los grandes méritos del calor humano frente al frío.
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