"El 24 de marzo de 1766, un guardia valón descargó con brutalidad el filo de su sable sobre la cabeza de una joven que se enfrentaba a él en las calles de Madrid. El cuerpo de la mujer quedó tendido sobre el pavimento mientras cientos de desesperados ciudadanos pasaban sobre él al avanzar contra los soldados o al huir despavoridos de ellos. Fue la segunda jornada de lucha que se extendió por la capital en lo que se conoce como Motín de Esquilache y que ha vuelto a la actualidad por unas excavaciones arqueológicas efectuadas el año pasado durante la construcción de un teatro en el número 87 de la calle de Atocha. Fueron hallados 94 esqueletos, de los que 73 correspondían a adultos, 18 a menores y tres a bebés.
La historia de esta revuelta ciudadana —que algunos historiadores consideran una precuela española y desordenada de la Revolución Francesa de 1789— tiene su origen en la subida del precio del pan (duplicó su precio en menos de un lustro, mientras los salarios se hundían) y en la prohibición vestir capas largas y sombreros de ala ancha. Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, y principal ministro del rey Carlos III, había intentado una modernización del país que incluía, entre otras medidas, aumentar la iluminación de las calles de la capital (4.000 lámparas que dispararon el precio del aceite), la apertura de avenidas, una mejora del alcantarillado y la prohibición de portar armas, espadas y cuchillos —que solían esconderse bajo los amplios ropajes— para incrementar la seguridad en las calles".
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