Aunque cueste decirlo y creerlo, Bratislava fue elegida como nuestra puerta de entrada a Europa del este, por el simple capricho de un motor de búsqueda que nos ofreció el mejor precio de tiquetes entre Palma de Mallorca y algún punto cercano a Budapest. Cual no sería nuestra sorpresa al encontrarnos a una ciudad y un país volcados a las calles en medio de los festejos previos a la inauguración de un mundial de hockey sobre el hielo. Una feliz coincidencia que nos condenó a unirnos a los festejos, pero eliminó toda posibilidad de conseguir alojamiento en algún hotel u hostal a menos de 20 kilómetros de la ciudad... pasaríamos toda la noche en las calles de Bratislava.
Una vez desembarazados de las maletas, las cuales dejamos al cuidado de un funcionario que no hablaba inglés, ni francés y mucho menos español, pero que era todo un genio para la mímica, tomamos un destartalado tranvía que a una chirriante velocidad de 7 km/h, nos dejó en el centro de Bratislava. Una ciudad que lucía desierta y por la que apenas deambulaban algunos policías. Sólo el grito ensordecedor de una anotación, nos permitió entender que a esa hora Eslovaquia hacía valer su localía, venciendo a Eslovenia. ¡La fiesta comenzaba en toda la ciudad que se volcó a las calles en sólo un par de minutos! Nosotros mientras tanto pudimos ir a celebrar el toparnos por primera vez en nuestras vidas con el río Danubio.
Más allá de lo extraordinaria que puede ser una noche de celebración en una ciudad desconocida que se entregaba a las mieles del triunfo, Bratislava en medio de la noche nos dio la oportunidad de conocer seres fantásticos que pasaron a formar parte de nuestras historias, en medio de una noche que se alargaba entre derivas, fotos y cafecitos.
mencata como escribes! un beso muy grande y espero leer más sobre vustro viaje!
ResponderEliminarGracias Aitana... mil gracias a ti, a tu chico y a Boy. ¡Ustedes fueron los mejores guías en medio de esa larga e intensa noche! Un abrazote,
ResponderEliminarMaverick