"En las ciudades italianas del siglo XVIII, cuando se acercaba el verano muchos ciudadanos eran presa de una inquietud. De forma muy parecida a como ocurre hoy día, todos se ponían a pensar en sus próximas vacaciones. «¿Dónde os vais de vacaciones este año?» «No sé; todavía no lo he decidido», decían en sus conversaciones. Quedarse en la ciudad durante el verano era inconcebible: «¡Un año sin vacaciones! ¿Qué dirían de mí? No me atrevería a mirar a nadie a la cara». La envidia por los que se iban era insoportable: «Todo el mundo se va al campo y no quiero que digan que yo me quedo aquí de guardián».
Así hablaban, al menos, los personajes de Carlo Goldoni, el gran escritor veneciano que dejó en sus muchas obras de teatro un excepcional retrato de la sociedad de mediados del siglo XVIII. Para Goldoni, «la diversión inocente del veraneo en el campo se ha convertido, en nuestros días, en una pasión, un desvarío, un desorden». En realidad, en el siglo XVIII no se hablaba de veraneo sino de villeggiatura. El término hacía referencia a las villas, residencias campestres que se hicieron muy populares en el Renacimiento. Los patricios de ciudades como Roma, Florencia o Venecia acudían cada año a esas casas, a veces auténticos palacios –como los diseñados por el famoso arquitecto Palladio–, para supervisar las labores en sus fincas agrícolas y de paso disfrutar de un tiempo de calma y de contacto con la naturaleza".
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