"No es muy frecuente que la academia muestre interés alguno por actividades como los videojuegos. Después de superar el prejuicio de verlos como una total pérdida de tiempo o como una interpretación poco rigurosa de la época, un profesor encuentra en títulos históricos como Assassin’s Creed una valiosa herramienta para orientar su cátedra.
“¿Cuánto de Assassin’s Creed es, digamos… cierto?”. La voz se hace más vacilante a medida que el estudiante se da cuenta de lo tonto que debe parecer preguntando por un videojuego en medio de un sesudo curso de historia en la universidad.
Muchos de nosotros hemos tenido esta experiencia: se plantea una cuestión sobre algunos datos históricos aparecidos en un videojuego, y nosotros, los profesores, no podemos ofrecer otra respuesta más que enumerar todas las cosas en las que el juego es erróneo. Eso suponiendo que sepamos del juego en cuestión, por supuesto".
Los invito a continuar disfrutando de este interesante artículo publicado por la revista El Malpensante y que me compartió uno de sus compañeros:
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