La Reunión, un nombre que parece poco probable para una isla, pero que ratifica su denominación en cada uno de sus elementos constitutivos. Reunión de culturas, de religiones, de climas, de paisajes, de historias. Una isla paradisiaca que desde que comenzó a ser habitada de manera permanente por colonos franceses provenientes de la gran isla de Madagascar, hace casi tres siglos y medio, se tornó en el punto de encuentro para inmigrantes de múltiples credos y nacionalidades, traídos unos como esclavos y otros impulsados por la pasión por el comercio o la fuerza del azar. Poblaciones base que hoy se han tornado en una hermosa gama de rasgos y tonalidades étnicas, así como en uno de los ejemplos más claros de sincretismo cultural.
Rodeada por las aguas del Océano Índico de las cuales emergió hace ‘tan solo’ tres millones de años y lo suficientemente cerca del continente africano como para ser confundida con las repúblicas de su vecindad, se encuentra la Isla de La Reunión, un Departamento de Ultramar Francés que, literalmente, reúne todo lo propio y extraño de las múltiples culturas que allí coexisten. Un aleph desde el que se pude dar un vistazo al otro lado del mundo. Aprovecho mi estancia en la Isla para retomar las 'buenas costumbres' y poner a su disposición esta crónica que escribí y publiqué en octubre de 2004.
El fuego que crea
El origen de la Isla de la Reunión es netamente volcánico, toda vez que hace aproximadamente tres millones de años, emergió sobre las aguas del Océano Índico como una nueva boca de fuego del gigantesco punto caliente de la Reunión, responsable, y en su orden de menor a mayor antigüedad, del surgimiento de la Isla Mauricio, el archipiélago de Chagos, las islas Maldivas y del agreste paisaje de la gran meseta de Decán, al noroeste de la India.
Un punto caliente es una gran bolsa magmática ubicada en las capas superiores del manto terrestre, justo debajo de la corteza oceánica, y que cuenta con la capacidad de perforar ésta y expulsar grandes cantidades de magma, el cual al acumularse, puede alcanzar la superficie y dar pie a la aparición de una isla. Éste es el caso de la Reunión y sus dos sistemas volcánicos, el del Pitón de las Nieves (al noroeste y hace 10 mil años en reposo) y el del Pitón de la Fournaise (al sudeste, considerado como uno de los volcanes más activos del mundo).
Hijos legítimos de sus volcanes, los habitantes de La Reunión interactúan de manera cordial con su volcán activo, el cual los complace con un promedio de cuatro erupciones al año, las mismas que se caracterizan por flujos pacíficos de lava que descienden desde las cumbres en dirección al mar, en cuyo camino, suelen toparse con la carretera número dos, la cual hoy por hoy, deja traslucir el paso de más de seis ‘coladas’ que la han sepultado para luego ser reconstruida sobre el duro basalto volcánico.
Reunión de culturas
Caminar por las calles de Saint Denis, la capital administrativa del departamento de La Reunión, o de cualquiera de sus ciudades, es la posibilidad de cruzarse con musulmanes ataviados con sus vestimentas tradicionales y mujeres hindúes que lucen de manera vanidosa su tercer ojo, el cual va desde un simple punto pintado con lápiz de color, hasta costosas gotas rebosantes de pequeñas piedras preciosas. La ocasión perfecta para visitar una pagoda en la mañana, almorzar el típico carrí creole cargado de adobos y esencias (y donde el chile y los pimientos hacen subir la temperatura de propios y extraños), trabajar rodeado de alegres descendientes de inmigrantes hindúes, para rematar luego la noche, cenando con ellos comida francesa.
Y es que la isla es territorio de inmigrantes. Surgida de las aguas en épocas comparativamente recientes y lo suficientemente distante de la costa como para estar al amparo de la llegada de los primigenios pobladores de África y de las islas cercanas, se estima que el hombre sólo conoció La Reunión a principios del milenio pasado, cuando los grandes navegantes árabes, lograron remontar el cabo de la Buena Esperanza y ascender por la costa oriental africana. Es probable que para entonces, la pequeña isla fuese usada como sitio de reaprovisionamiento, pero se descarta un intento de habitarla. Algo similar ocurrió cuando los portugueses asumieron el control de la zona, para luego cedérselo a los franceses y su Compañía de las Indias Orientales, primeros habitantes oficiales de La Reunión.
Fue así como se construyó esta moderna Torre de Babel que, contradiciendo la leyenda bíblica de la confusión de las lenguas, dio a luz un dialecto conocido como el creole en el que se funden decenas de idiomas y acentos. Y es por esto que los habitantes tradicionales de la isla se llaman a sí mismos creoles. Son el fruto de décadas de mestizaje, los cuales los hacen tan franceses como hindúes, tan cristianos como musulmanes, tan chinos como africanos. Interesante ejemplo de tolerancia que hoy dan al mundo desde el propio nombre de su isla.
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